miércoles, 19 de octubre de 2016

Astral: historia de un barco-metáfora



He visto Astral, el documental del programa “Salvados” de la Sexta TV.  Quienes aún no lo hayan visto pueden hacerlo aquí.

¡Qué historia! No hay nada como una buena historia para hacernos sentipesar. Las historias nos permiten llegar a nosotros mismos a través de lo que ocurre a otros, nos entregan la posibilidad de distanciarnos para paradójicamente acercarnos a eso tan personal o tan crudamente real, que requiere de algún tipo de mediación para que podamos verlo. Astral duele, indigna, avergüenza pero también inspira. Aquí escribo algunas de las cosas que a mí me cuenta.

Una historia sobre el alma de un barco


Dicen que todos los barcos tienen alma ¿cómo es el alma del Astral? Astral es un barco hermoso. Hay solo tres como él en el mundo, nacidos para entregar belleza, confort, lujo.  Dar cobijo al privilegio es su razón de ser y resplandece orgulloso en ese rol. Hasta que un día ya no es posible: Astral se cruza con una neumática cargada de refugiados y llega la vergüenza. Sus mesas de mármol, su grifería dorada, sus amplios y mullidos camarotes brillan en inútil hermosura ocupando un espacio que no puede ofrecer para salvar vidas del naufragio. ¿Cómo puede un barco de ricos ayudar a quienes lo han perdido todo?

Es doloroso deshacerse de los muebles pensados y colocados con tanta precisión, con tanto mimo. Pero un barco no son sus mesas, ni sus grifos, ni sus mullidos cojines. Todo lo superfluo en el Astral desaparece: se derriban obstáculos y se abren espacios, se aligera estructura para ampliar cabida y llevar a puerto seguro a quienes lo necesiten.

No es suficiente. Cuando parece que está listo y a punto de partir, tras la revisión de su interior además de su carcasa, Astral hace aguas. Aún queda dar un paso más: la cubierta de teka, la última pátina de lujo, debe cubrirse. Así sea: Astral se lanza a la mar. Con el alma en un puño, porque lo que le espera es duro, pero dispuesta a expandirse a ayudar mucho más allá de lo que dé de sí su cubierta. No sé si Astral puede considerarse un barco grade. Pero su alma de barco es gigante.

Los dinguis en cambio, tienen un alma depredadora y carroñera. Son embarcaciones-vampiro. Se nutren del dolor y de la energía humana, después la vomitan. También hay barcos prisiones. Hay barcos que dan vida, hay barcos que la trafican y hay barcos que la aplastan. ¿Qué hace que un barco sea un barco? ¿Qué hace del homo sapiens una persona?

Una historia sobre la degradación de Europa


El Mediterráneo ha tomado el relevo del Atlántico. El cementerio trasatlántico alimentado por el comercio de esclavos se ha trasladado al “Mare Nostrum” en plena época post Derechos Humanos y post Unión Europea.

Al contarnos la historia de un grupo de personas empeñadas en salvar vidas con un barco puesto a punto con mucho esfuerzo, Astral deja en evidencia lo que no está: una acción política institucional y sistemática orientada a evitar que el Mediterráneo se vuelva un cementerio. Un conjunto de ONGs y los guardacostas italianos logran salvar a miles de personas en un día. ¿Qué no lograría una acción conjunta con los recursos de un continente? La conclusión es clara: la Unión Europea prefiere dejar que esas personas mueran en el mar.

Una historia sobre la agencia humana


Es llamativo lo sobrio del leguaje en “Astral”. Los hombres que hablan (¿por qué no hay mujeres en la tripulación del Astral?) lo hacen de forma muy precisa. No hay grandes declaraciones ni divagaciones eternas: la mayor parte de lo que se dice está orientado a identificar problemas y resolver situaciones concretas.

Eso no significa que aborden asuntos sencillos o que eludan los elementos más espinosos que se derivan de la actuación de Astral ¿le están haciendo el juego a las mafias libias de tráfico de personas?  ¿qué va a ser de las personas que han rescatado del mar una vez abandonen la cubierta del Astral? La reacción es clara: las dudas que levantan esas preguntas no pueden llevar a dejar morir a quienes intentan cruzar el Mediterráneo en barcazas. Busquemos respuestas, intentemos resolver los problemas, pero no es posible que la gente muera porque no hacemos nada. Cada una de las personas que se hacina en dinguis con su trayectoria imposible, con su singularidad, merece que nos volquemos. Astral aporta solo una parte, lo mínimo de lo mínimo: preservar su derecho a la vida.

Sin embargo Astral nos sugiere que siempre es posible hacer algo. Es una historia de personas que decidieron no quedarse de brazos cruzados mientras saben que el Mediterráneo suma cada día  miles de muertes. No es una historia de héroes, es una historia de activistas.  Activémonos, actuemos, es lo que nos dice.

Uno de los grandes logros del documental de Salvados es, que junto con denunciar, anima a la acción. Apunta caminos de largo aliento y mucha pero que mucha lucha ciudadana y en las instituciones; pero también hace más que  dejarnos clavados en el sofá con la sensación que no hay nada que hacer. Y por eso me siento profundamente agradecida: Salvados, Proactiva Open Arms, Jordi, Livio, Óscar, Rafa, Marco, Fernado, Iñaki y toda la tripulación: gracias por subirnos a vuestro barco.